Porges ha desarrollado la teoría polivagal, una teoría que explica como el sistema nervioso autónomo (SNA) interviene en la regulación de las vísceras, la interacción social, el apego y las emociones. Sus estudios defienden que el SNA está formado por dos ramas principales la simpática que está relacionada con la alerta (sudoración, enrojecimiento, tensión etc..) y la parasimpática que activa la relajación y la calma, serían como el acelerador y el freno de un coche. El matiz que Porges aporta es que la rama parasimpátca estaria dividida a su vez en dos ramas diferentes.
A lo largo de la evolución hemos desarrollado dos ramas de este nervio parasimpático:
La naturaleza ha ido creando, a lo largo de la evolución, tres sistemas neuronales que regulan la adaptación conductual y fisiológica a situaciones sociales, de amenaza y a los momentos en los que la vida está en peligro. Los tres estadios filogenéticos serían:
La teoría polivagal de Porges tiene un valor crucial para los psicólogos porque nos permite entender por qué ante una situación que provoca mucho estrés o miedo se producen parálisis a nivel corporal y a nivel mental provoca la disociación traumática de la personalidad y disociación somática. Nos permite entender lo importante que es la sensación de seguridad de un niño con sus cuidadores o de un paciente con su terapeuta, si no hay seguridad no se puede hacer una terapia eficaz.
Cuando el cerebro percibe algún peligro, se activa la amígdala, la cual envía una señal al cuerpo a través del SNA. Primero se activa la rama parasimpática, tratando de no activar la simpática, que es mucho más costosa energéticamente. Los pasos que da el SNA ante un peligro van en dirección opuesta a la adquisición evolutiva:
La activación de la rama dorsovagal busca la inmovilización en los mamíferos como forma de escapar a posibles predadores y de no malgastar recursos, pero resulta extremadamente traumática en los seres humanos. Un bebé o un niño que perciba un peligro que desborde sus capacidades de afrontamiento puede sufrir una inmovilización por miedo, provocando un estupor muy característico en niños muy asustados o abandonados.
Mientras más veces se haya producido la inmovilización (o congelación) en edades tempraas más probabilidades hay de que se repitan en el futuro. Esto explica porque personas que han sufrido abusos de niños (psicológicos, físicos o sexuales) tienden a no reaccionar e inhibirse cuando son abusados como adultos.
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