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EL AMOR: PLACER Y DOLOR

En la foto de portada se puede ver una imagen de la figura: Extasis de Santa Teresa hacha por Bernini. El autor de esta obra refleja en ese momento el extasis que siente ella cuando se une de forma mística con Dios. Sus versos dicen asÍ:

 

                                                                                                                                           Esta divina prisión

del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros, 
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Solo esperar la salida 
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero

 

La foto de abajo no requiere muchas explicaciones es lo que los franceses llaman “La petite mort” ese momento refractario de placer inmenso que se se vive después del orgasmo. Una pequeña muerte con una sensación de abandono que se siente en el momento del éxtasis sobre todo si es en conexión con otro. No hay diferencia entre la unión con lo divino o con lo humano. Es la conexión lo que nos produce esa sensación de abandono y placer que resulta tan placentera. 

La responsable de que sintamos esa sensación de conexión, donde nos dejamos fluir,  es  principalmente a la oxitocina y a los opiáceos. Estas moléculas producen una sensación de plenitud y conexión que hace que busquemos esa experiencia una y otra vez. Las mujeres generan esa oxitocina tanto durante el orgasmo cómo cuando tienen un hijo. Esto es debido a que los circuitos del apego se construyeron filogenéticamente sobre los circuitos de la sexualidad, que si poseen los reptiles.

Por eso el amor nos hace adictos. buscamos esa droga de forma desesperada sabiendo que sólo nos la puede dar una persona. Podemos buscarla en otros pero no es lo mismo y eso lo sabemos mucho antes de tener el sustituto de la experiencia de conexión, de unión terrenal y divina.

En  la gráfica anterior podemos ver como esos opiáceos pueden producirnos sensaciones de disociación, placentera si es lo que buscamos, cuando están altos y de un dolor terrible cuando están bajos. Cuando perdemos la conexión con el ser amado y los opiáceos bajan el dolor se hace insoportable y sólo podemos pensar en el reencuentro. Por eso el amor a veces nos duele. Porque sentimos esa pérdida de conexión y la buscamos desesperadamente pero con el miedo de volver a perderla de nuevo.

Esto también explica por que cuanto más amamos a alguien posteriormente más lo odiamos. Este rabia nos protege de sentir la ilusión de que podemos volver a conectar y sufrir. La oxitocina y los opiáceos nos ayudan a entender a las personas que sufren dependencia emocional y no pueden abandonar una relación que saben que le hace daño. El miedo a sufrir ese vacío emocional de nuevo hace que estén dispuestos a buscar esa conexión a cualquier precio

 

La rabia toma muchas formas en la pérdida puede servir para controlar al otro, puede esconderse para no sentir el miedo a la pérdida.Puede incluso no existir para no vincularse con el otro… El miedo a la pérdida condiciona también la forma en que nos enamoramos. Protegiéndonos, controlando, con miedo, etc. 

Para que el amor sea verdadero debe haber una entrega total con el otro, como en la unión mística de Santa Teresa con Dios.

 

Para que el amor sea real y uno puedo sentir la petite mort junto al amado debe estar en la conexión no puede estar ni en la rabia, ni en la culpa o la vergüenza o el miedo. 

El que lo ha sentido alguna vez sabe perfectamente de lo que estoy hablando.

 

Si os interesa el tema podéis leer más en mi libro “Reconocer y superar las relaciones tóxicas” que podéis encontrar en Amazon. 

 

 

 

 

 

 

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