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Cuando un niño tiene miedo necesita tener control. Este se obtiene de una forma sana a través de los cuidadores. Son estos los que toman el control de la situación y dan al niño seguridad y confort.

Y como dice Grawe “mientras mayor es el miedo mayor es la necesidad de control”. Si las figuras cuidadoras no son capaces de dar la seguridad necesaria y/o son la fuente de malestar el niño va a tener que lograr la sensación de confort o control en algo externo a los cuidadores (algo antinatural, en contra de los instintos biológicos), o bien sentirá esa sensación de seguridad aferrándose más a los cuidadores. Necesitará controlarlos a ellos para poder sentir esa seguridad.

Y volvemos a encontrar el apego en relación con el miedo:

  • En el apego evitativo el niño aprende muy pronto que solo puede confiar en elementos externos que le den la sensación de seguridad que los cuidadores no pueden darle. En la infancia pueden ser juegos, otras familias, deportes (en mi caso leer compulsivamente). Cualquier cosa externa a los cuidadores porque ya desde muy pronto han visto que estos o no eran protectores o directamente erán agresivos o ausentes.
  • En el apego ansioso ante el miedo el niño se aferrará más a sus cuidadores, al no ser estos una base segura, no se permitirá explorar nuevas opciones y se aferrará más a ellos, Necesitará controlarlos para obtener la seguridad necesaria, Obviamente cuando sean adultos harán lo mismo con sus parejas y amigos.
  • Una vez más cuando la fuente de miedo sean los cuidadores o no exista ninguna estrategia valida externa para sentir bienestar, el sistema mental entrará en caos, disociaciones, depresiones severas, etc… y hablaremos de apego desorganizado.

El miedo es la emoción más potente que existe porque está relacionada directamente con la supervivencia, Si vivimos con miedo en la infancia esto marcará la forma de sobrevivir el resto de nuestra vida. Sentiremos que no podemos confiar en nadie o que no podemos confiar en nosotros mismos. La culpa y la vergÜenza nos acompañaran y tendremos que hacer un esfuerzo arduo por transmitirle a nuestros hijos la sensación de que el mundo es un lugar seguro, aunque nosotros mismos no lo creamos

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