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Hablamos de parentificación o inversión de roles, cuando se permite o se obliga a un niño a realizar tareas o asumir roles que están muy por encima de sus capacidades físicas o psicológicas.  Los resultados de estas acciones sobre los niños son muy traumáticos porque limitan su desarrollo personal. Estos niños son  viejos (en el sentidu figurado)  que son perfectos, buenos, obedientes, atentos etc.. así se impide al niño desarrollar actividades normales asociadas a su edad, recordemos que el juego con otros niños es una circuito básico en el cerebro de todos los mamíferos como forma de poder adaptarse a las necesidades cuando sea adulto, es lo que Piaget llamaba el juego simbólico.   Podemos distinguir tres tipos de parentificación:

  1. Psicológica: Es cuando el niño se convierte en el confidente o cuidador de uno o de los dos cuidadores. Lo escucha, lo calma, lo consuela e incluso le da consejos. Recibe información que no tiene porque saber porque no es adecuada a su edad o le coloca en una posición de apoyar a un cuidador y odiar o criticar al otro. Lo que le crea una paradoja irresoluble (por ejemplo, quiero a mi mama y quiero ayudarla pero también quiero a mi papa pero siento que debería odiarlo.
  2. Física: Se le dan al niño tareas (o se le permite hacer, no olvidemos que muchos niños que asumen el rol de cuidadores lo hacen de forma voluntario como forma de no sentirse culpables) que están muy por encima de sus capacidades físicas y/o psicológicas como trabajos de mucha dificultad, anejar cuentas económicas, hacer tareas muy lejos de casa etc.. el problema se agrava si además se le crítica y regaña por no estar a la altura de lo que se espera de el o ella.
  3. Sexual: Es cuando uno de los cuidadores (siempre el padre) hace a la niña (a veces pero muy raramente a niños) su compañero de afecto y de sexo. El padre suele justificarse diciéndose que sólo le da cariño o que le está ayudando a iniciarse en el sexo.

Al contrario de lo que se podría intuir estos niños desarrollan estrategias de apego evitativo ( y no ansioso) puesto que no pueden desarrollar sus necesidades y no actúan como les gustaría si no como cree que se espera de ellos. Se convierten cuando adultos en cuidadores compulsivos que siempre están supliendo las necesidades de los demás sin reparar en las propias. Según Panksepp creador del concepto de neurociencias afectivas existirían siete circuítos cerebrales innatos en todos los mamíferos, estos son pánico (perdida del apego), miedo, rabia, cuidado, juego, deseo sexual y búsqueda. La mayoría de los circuitos se ven afectados de forma negativa. Veamos con detalle porque:

  • Pánico: El niño vive atemorizado (a veces aterrorizado) de que no se pueda establecer una relación de apego y por lo tanto invierte toda su energía en que sus cuidadores estén bien. Es como si pensara (si pudiera) cuando mis padres estén bien yo podré estar bien).
  • Miedo: La sensación constante de que algo puede ir mal sobre activará la amígdala y hará de él cuando adulto una persona ansiosa (y en casos graves con ataques de pánico).
  • La rabia queda siempre inhibida, son niños y adultos incapaces de defender sus necesidades. Paradójicamente a partir de la adolescencia pueden ser muy agresivos con los cuidadores y encantadores con el resto.
  • Cuidado: El proceso biológico y natural es que los padres cuiden de los niños, en estos casos los roles quedan invertidos.
  • Juego: El niño no puede comportarse como un niño de su edad y tienen una conducta y reflexiones demasiado maduras para su edad. En personas que han sufrido la parentificación en su infancia suelen tener partes disociadas que nunca han podido ser niños.
  • Búsqueda: Este circuito íntimamente relacionado con la dopamina queda dañado de forma irremediable porque las recompensas obtenidas de satisfacción son falsas y puede provocar depresión en la adolescencia y la edad adulta.

Un elemento muy importante para poder entender la gravedad de este tipo de conductas es la necesidad constante de inhibir la rabia y el malestar por no molestar o ser una carga para sus cuidadores. En mi experiencia clínica esta rabia acumulada puede aparecer en la adolescencia en forma de tres tipos de trastornos principalmente

  • Trastornos alimenticios como la anorexia. Se da casi siempre en mujeres y es una forma de forzar a los padres a que se vean obligados a ver las necesidades de la niña y que la cuiden.
  • Ataques de pánico: La rabia que ha quedado inhibida durante mucho tiempo provoca una sobreactivación de los circuitos de la alerta (se pasan el día evaluando y observando las necesidades de los demás) y se produce la explosión que son los ataques de pánico. Estos llevan en muchos casos a la necesidad de ser cuidados constantemente sobre todo en casos de agorafobia
  • Depresiones: La persona acaba agotada (proceso de indefensión aprendida) de cuidar de los demás y no entender porque nadie le cuida. La sensación de fatiga crónica y desesperanza es muy común en adultos que han vivido procesos de parentificación durante la infancia.

Hay que tener en cuenta que la biología del desarrollo tiene sus reglas (tanto física como psicológicas) y que alterar estas provoca muchos efectos indeseados y patológicos. Los padres de estos niños suelen ser narcisistas o depresivos o infantiles y están tan preocupados de sus propias necesidades que son incapaces de ver las de sus hijos. Como tantas veces en terapia infanto-juvenil necesitan mas terapia los padres que los niños.

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