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El desarrollo cerebral se da como si subiéramos en un ascensor, no podemos subir al tercer piso si antes no hemos pasado por el segundo piso. Es decir en el desarrollo evolutivo del cerebro no podemos saltarnos etapas, todas son importantes.

Otra cuestión fundamental son las “ventanas de oportunidad”. Para que se dé un aprendizaje, este se debe dar en la etapa evolutiva oportuna, ni antes ni después. Si no se producirán fallos en las siguientes etapas.

La tercera cuestión es que la ontogénesis o desarrollo de la persona, recopila la filogénesis, es decir, el desarrollo evolutivo de la especie. En este caso las partes más profundas del cerebro serán similares a los reptiles, las medias a los mamíferos y las superiores parecidas a la de los primates, aunque en los humanos muy evolucionadas.

Durante la gestación y las primeras semanas o meses desde el nacimiento, van a predominar las respuestas instintivas a nivel del troncoencéfalo, relacionadas con las conductas de apego por ejemplo, pero también con reflejos instintivos que serán fundamentales para que el cerebro pueda madurar de forma óptima. A esto le llamamos reflejos primitivos.

Insisto que tan importantes son estos aprendizajes motrices de agarrar, gatear, volcarse, etc.. como los aprendizajes de cuidado y protección. Unos van vinculados a los otros.

Tomemos como ejemplo el “reflejo de Moro”, este consiste en una reacción de sobresalto ante un estímulo inesperado, por ejemplo un ruido fuerte. Activa el simpático y produce sobresalto, aumenta el ritmo cardiaco, la piel se enrojece, se libera adrenalina y cortisol en la sangre, etc…Es una reacción involuntaria o refleja ante la amenaza.

Este reflejo aparece en el nacimiento y se espera que desaparezca entre los 2 y 4 meses de vida. Este reflejo de forma óptima ayuda a regular la rama simpática del SNA, mientras que como expliqué la madre enseña a regular la parasimpática. ¿Pero que ocurre si el reflejo no se inhibe a los 4 meses?. Pues que el bebé será muy excitable y demasiado sensible a cualquier estímulo ambiental.
Esto provocará un efecto perverso de excesiva sensibilidad que provoca una hiperactivación del sistema de alerta, exceso de cortisol y problemas de regulación emocional, que afectarán al desarrollo óptimo del sistema límbico, por ejemplo la amígdala quedará hiperactivada, con las consecuencias de retraimiento, alerta, timidez que se darán en la adolescencia, por ejemplo.

La solución pasa por que los cuidadores se regulen de forma adecuada con el bebé calmándolo, y sobre todo jugando, el mayor antídoto contra la enfermedad psicológica en el primer año de vida.

En los humanos los aspectos biológicos se mezclan con los culturales. Hay elementos que provienen de nuestra herencia genética (nature) y aspectos que surgen del aprendizaje o la cultura (nurture). Esto genera mucho debate por ejemplo, en el debate de la psicología masculina y femenina, o sobre qué es mejor para la crianza de los niños.

Los reflejos primitivos que aparecen en el ùtero materno, deben quedar supeditados pasados unos meses de vida a otros “reflejos posturales” que irán sustituyendo a los primeros. Si esto no ocurre el cerebro no podrá tener un desarrollo madurativo normal y adecuado.

Este tránsito es necesario para que el cerebro madure, si los reflejos primitivos se dan de forma instintiva en el troncoencefalo, los posturales son aprendidos y almacenados en el cerebro medio. Estos pasos son fundamentales para el desarrollo de las sensaciones, vista, oído, pero también del lenguaje, escritura, regulación emocional, sociabilidad y hasta el tipo de apego.

Estos reflejos posturales aparecen a los 3-4 meses de edad y están relacionados con movimientos voluntarios del bebé como levantar la cabeza, darse la vuelta, girar o gatear….

La naturaleza ha hecho que los niños necesiten arrastrarse por el suelo, gatear, correr, caerse para que aprendan a andar pero también a integrar los diferentes sistemas sensoriales a nivel fisiológico, emocional y cognitivo.

El maxi-cosí de la foto es una silla que nos ha salvado a los padres de estar preocupados y probablemente la vida de muchos niños. Pero en exceso es un desastre para el desarrollo madurativo, psicológico y físico de los bebés.

Los gateos, caídas, volteretas y demás juegos de los niños SON NECESIDADES BIOLÓGICAS de los niños para poder madurar y si se ven mermadas producirán fallas en el neurodesarrollo, que pueden tener consecuencias en muchos aspectos de las emociones y los aprendizajes.

La naturaleza nos ha dotado de unas herramientas, que la cultura a menudo no respeta. Y en psicología tan dañinos son los excesos como los defectos.

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