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Identidades

La identidad no se puede construir sin un “otro” un espejo en el que mirarnos para poder empezar a crear ese “QUIEN SOY” frente a los demás diferente del “YO” egocéntrico del niño. Este espejo variará con el tiempo, en la adolescencia se mirará en otros adolescentes y cómo adulto otros adultos y sobre todo mediante la reflexión. El lenguaje abstracto o imaginario aprendido en los primeros años servirá de modulador a la sensación de aceptación o miedo que se tenga cuando nos miremos en los demás.

 

La emoción predominante en cada uno de nosotros determina nuestra identidad. Todas las emociones son necesarias, en un modo adecuado, para sostener un equilibrio dinámico que nos permita sentir una coherencia con nosotros y con los demás. Pero si una persona durante alguna etapa de su vida, principalmente en la infancia, aprendió a tener que potenciar o esconder una de sus emociones la paleta de colores que es la identidad se ve dañada, se hace difícil poder mantener un sentido del yo coherente y sostenido en el tiempo.

He creado cinco tipos de identidades en función de la emoción predomi Jnante en ellos. Las demás emociones giran alrededor de esta emoción como los satélites alrededor de un planeta. Cada identidad dará lugar a un tipo de personalidad diferente.

  • Desamparados La emoción predominante será el miedo a la pérdida, o pánico, y consecuentemente habrá miedo a volver a sufrirla. Este miedo puede hacer que nos aferremos a relaciones que nos hacen daño, que evitemos relaciones que supongan un vínculo, que controlemos a los demás para que no nos abandonen, etc.
  • Ansiosos: Las personas con esta identidad están en una situación de ambivalencia en el que se les hace sentirse queridos, pero no se les permite valerse por sí mismos, se limita cualquier tipo de exploración por parte de los padres por considerar el mundo como un lugar hostil y peligroso en que el niño primero, y el adolescente después, no podrá sobrevivir. Se limita extraordinariamente la exploración y con ella la síntesis de dopamina.
  • Agresivos: La identidad de estas personas se moverá alrededor de la agresividad, bien hacia fuera o bien hacia dentro. Cuando ocurre esto último convierten su enfado en culpa y sensaciones de vergüenza. La rabia se puede manifestar de formas diferentes según el tipo de apego:
  • Las personas de apego evitativo que tienden a controlar su rabia sólo la mostrarán ocasionalmente con ataques de ira que ni ellos ni los demás se esperan. El activador suele ser tener sensaciones de injusticia. Después del ataque de ira se sentirán muy culpables y sin entender que les ha ocurrido.
  • Las personas de apego ansioso oscilan entre la rabia hacia dentro y fuera. La rabia siempre estará presente de un modo u otro.
  • Perfeccionistas: Las personas con una identidad perfeccionista van desde el extremo de sentirse culpable por todo a no sentir nada y bloquear sus emociones y sensaciones como forma de protegerse de sufrir más.

Las creencias que sostienen la arquitectura emocional de estas personas son:

  • Si soy justo las cosas funcionarán mejor.
  • Las cosas que me merezco deben haberse conseguido con esfuerzo.
  • Si me explico y me entienden entonces seré aceptado y me querrán.
  • Si soy justo y bueno con los demás ellos deberían serlo conmigo.
  • Si algo sale mal ha sido debido a mi responsabilidad.
  • MOA (miedo a las opiniones ajenas): es como he denominado a las personas con miedo a las opiniones ajenas, En estas personas predomina la vergüenza y el miedo al juicio ajeno. Necesitan sentir que son aprobados, admirados o queridos en todo lo que hagan. El locus de control no está en su interior como en los perfeccionistas si no en la mirada ajena.

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